lunes, 25 de febrero de 2013

Crónica de un desalojo frustrante

En órbita

Y cuando despertaron…

Ery Acuña Meneses
Llegaron como asaltantes, de repente, hasta las puertas del mercado. Con la furia en los ojos, como poseídos por un espíritu maligno y destructor,  los sujetos comenzaron a destruirlo todo: puestos de frutas, sandías, piñas, ropa, manzanas, anaqueles, mangos, osos de peluche, vaya, lo que se pudo en 15  minutos.  Locatarios y clientes del mercado Juan Sabines, ubicado en el corazón de Tuxtla Gutiérrez, a dos calles de la plaza central,  entraron en shock. Todavía diez minutos después de que los vándalos se habían ido, mujeres y niños temblaban y algunos hasta lloraban.
Fue la respuesta iracunda y fuera de sí que los ambulantes, desalojados horas antes de la zona aledaña al mercado, realizaron para  protestar contra el operativo de la policía municipal. Les faltaba espuma en la boca para confirmar la rabia con la que actuaban.  Hasta una panadería ubicada fuera del mercado fue destrozada y robada las cámaras de vigilancia, para evitar cualquier testimonio que los involucrara. Arrebataban celulares o cámaras de fotografía a quien osara intentar grabarlos en el momento.

Un día antes de los brutales sucesos, el viernes 22 de febrero, el ayuntamiento capitalino había iniciado un operativo para desalojar a los ambulantes del primer cuadro de la ciudad. Pero craso error, no hubo negociaciones previas, ni alternativas de reubicación para esta gente que se creía dueña de las calles, y con  cierta razón, pues hasta permiso oficial de las autoridades pasadas guardaban para ampararse. El sábado continuó el operativo, y después de que la policía abandonó la zona, los ambulantes fueron poseídos por una combinación de sentimientos confusos (rabia, impotencia, frustración) que los llevó a cometer esos actos bárbaros, como vikingos en una isla.

Algunos clientes huyeron en la primera oportunidad en medio del griterío y la destrucción. Otros se escondieron por momentos en algunos negocios, y sólo después de un lapso de confusión y tras la partida de los agresores, los locatarios reaccionaron y decidieron tomar palos, tubos, piedras y botellas. Se pararon a media calle dispuestos a enfrentar a los  ambulantes que amenazaban con volver, pues ante la ausencia de la policía, era la única opción que el destino les ponía.

Los minutos corrían y el riesgo de un enfrentamiento masivo, era inminente. Sonaban los palos en la calle, los tubos, las piedras, como sonidos de guerra. La policía no aparecía. Los vándalos corrían a dos calles de ahí como preparando una segunda incursión. La tensión  era incontrolable. Hasta que una hora y minutos después… apareció la policía; por cierto, temerosa, confundida, escurridiza, sin una orden concreta que cumplir. 

Hubieron gritos festivos , y acompañados de la municipal los locatarios comenzaron a perseguir a los ambulantes que minutos antes habían iniciado  la camorra. Caminaron varias calles y al llegar a la segunda poniente y sexta sur, arremetieron en una casa, hasta obligar a los moradores, a salir del lugar. Luego dieron vuelta en otra calle y ahí los municipales comenzaron a detener a unas mujeres que habían hecho una cadena para impedir el paso de los uniformados, y a unos jóvenes que se habían escondido en casas, después. Hubieron excesos de la policía municipal. Mujeres de las greñas, entre golpes y empujones, eran subidas, como borregos, a las camionetas. El boletín del gobierno del estado informó horas después que 25 personas habían sido detenidas, bajo los cargos de pandillerismo, lesiones y robo.  

La torpeza
Por meses y años, los locatarios de los mercados del centro de la ciudad (Juan Sabines y Rafael Pascacio Gamboa), habían exigido a las autoridades un frenó al ambulantaje, pues los acusan de las bajas ventas. En un sentido, sí,  aunque la problemática es mayor: el surgimiento de tiendas departamentales por toda la ciudad, la pésima y alargada rehabilitación del centro, la crisis económica, y el olvido de las autoridades municipales y del estado.

En algunos giros como frutas, verduras, carnes y accesorios, cayeron hasta en un 80 por ciento. Al menos una decena de locales, prácticamente, tuvieron que cerrar.

Es evidente que el operativo contra el ambulantaje fue mal planeado, sin negociaciones efectivas, sin ofrecer alternativas. Fue tan insensato el operativo, que llegaron a convertirlo en un campo de batalla que, luego, y con más brutalidad, se vieron en la necesidad de usar la fuerza pública para restablecer el orden.

Durante la corta gestión de Felipe Granda se colocaron espectaculares en parques públicos invitando a la gente a acudir a los mercados, se produjeron spots de radio y tv para promocionarlos. A la llegada de Samuel Toledo y Manuel Velasco, eso se olvidó.

Existen 15 mercados públicos en la ciudad que dan trabajo directo a más de 5 mil familias, y de forma indirecta, ni se diga. Pero la problemática de los mercados se cierne principalmente al centro. La herencia que dejó el programa “Que vida el centro”, y que presenta graves manejos financieros, más bien mató a los mercados de la zona.

Los mercados son el refugio más genuino de nuestras tradiciones. El lugar donde se respira aire provinciano. Nuestra fuente de vida cultural.

Hay que empezar a reconstruirlo, urge, pero sin matar ilusiones.

2 comentarios:

Fabiola Flores dijo...

Excelente Crónica.
Yo pasé justo en la tarde al rededor de las 6pm cuando la policía municipal con apoyo de un camión de basura de manera denigrante desalojaba a los ambulantes. Cabe recordar que
Juanito amplió las banquetas y regaló carritos para "los microempresarios", fomentando y oficializando el ambulantaje. Esta nueva administración está criminalizando lo que por muchos años ha estado preservando la cultura de nuestra ciudad y lugares circunvecinos con la venta honesta de productos que sustentan la mayor parte de hogares de familias de escasos recursos. En México, da lo mismo trabajar que robar: de cualquier forma de han de llevar a la cárcel. El crimen, es ser pobre y no poder pagar un permiso o ceder con la extorsión de "la autoridad".
¡Que viva el centro!

Ery dijo...

Gracias, Fabiola. Saludos