domingo, 10 de febrero de 2013

COLUMNA En órbita Lunes 11 de febrero de 2013

En órbita (sale los lunes)

Tiempo de juniors




Ery Acuña Meneses

El chiapaneco más famoso de que se tenga registro en toda la historia del mundo, es Pakal. Su tumba es considerada como la más majestuosa de todos los tiempos de la humanidad. Con tan sólo 12 años de edad, a Pakal le tocó enfrentar un Estado en ruinas, quebrado y hambriento, producto de una fatídica guerra de 10 años que sus antecesores perdieron contra el señorío de Calakmul.


Allá en Palenque (reconocida ahora como la antigua ciudad de Lacanjá), Pakal asumió el poder en el año 615 de nuestra era –ojo: pronto se cumplen mil 400 años de su asunción al poder— y logró edificar de las cenizas, uno de los imperios más poderosos del periódico clásico Maya.



La herencia impuesta
Claro, lo que aquí nos incumbe, no tiene nada qué ver con esa etapa de nuestra historia. Lo que aquí hoy reflexionamos es porqué Chiapas está bajo el control de los juniors; es decir, hijos de caciques políticos que se han mantenido en el poder a lo largo de décadas, en muchos de los casos, sin ningún mérito.


En el colmo de los casos, está el presidente del Congreso del Estado, Noé Castañón Ramírez, hijo del Secretario de Gobierno, Noé Castañón León. Imagínese usted, que el encargado de la política interna del Poder Ejecutivo, tenga que negociar asuntos relevantes de interés común con su hijo, el líder del Poder Legislativo. Estos pasajes sólo se ven en Chiapas.


Pero revisemos el Senado de la República. ¿Quienes nos representan? Roberto Albores Gleason, hijo del exgobernador Roberto Albores Guillén. Zoé Robledo Aburto, hijo del exgobernador Eduardo Robledo Rincón. Luis Armando Melgar, hijo de Antonio Melgar Aranda, exsenador, exalcalde de Tapachula, exdiputado local y exlíder del PRI en Chiapas. Y Mónica Arriola Gordillo, hija de la maestra Elba Esther Gordillo, que sin ser representante por Chiapas de forma directa, y siendo la “única” senadora por el PANAL (el partido de mami), se ha asumido  como representante chiapaneca ante el Senado.


Otro dato. En los últimos 30 años, tres de los 5 gobernadores que han ganado la elección, han sido hijos de exgobernadores: Patrocinio González Garrido, hijo de Salomón González Blanco; Juan Sabines Guerrero, hijo de Juan Sabines Gutiérrez, y Manuel Velasco Coello, nieto de Manuel Velasco Suárez. Tres gobernadores más han sido interinos o sustitutos, impuestos por el poder federal: Elmar Setzer Marseille, por Patrocinio González Garrido, al ser nombrado secretario de Gobernación;  Javier López Moreno, por Carlos Salinas de Gortari, y Julio César Ruiz Ferro y Albores Guillén, por Ernesto Zedillo.


Sólo dos personajes que ganaron una elección constitucional para gobernador, se salvan de ser descendientes directos de cacicazgos políticos. Pablo Salazar en el 2000, quien producto de una ebullición social impostergable en Chiapas, asumió el poder (al lado de Vicente Fox), con una alianza histórica de 8 partidos políticos contra el PRI; y Eduardo Robledo Rincón,  del PRI, quien sólo estuvo en el cargo dos meses y días,  tras una impetuosa rebeldía impulsada por el EZLN.


Claro, no es ningún delito que un junior llegue a ocupar un alto cargo en las altas esferas políticas. De hecho, ha sido una práctica común a lo largo de la historia. Sin embargo, esto habla de la ausencia de cuadros políticos alternos capaces de impulsar nuevos liderazgos. ¿Qué ha hecho falta en Chiapas para impulsar ese tipo de liderazgos ajenos a esos cacicazgos?


Hoy, en el umbral de una crisis económica severa heredada por el desaseo financiero de la administración pasada, ésta amenaza en convertirse ahora en una crisis social. Muy a pesar de que el actual gobernador, Manuel Velasco Coello, ganó cuatro a uno la elección frente a su más cercana competidora,  María Elena Orantes, y del apoyo evidente del presidente Peña Nieto,  el joven mandatario parece no encontrar la salida, o al menos, no ha sabido comunicarla a la sociedad chiapaneca que le dio su voto, desesperada por tener en sus manos una brújula que le inyecte confianza.


Pablo Salazar Mendiguchía en el periodo 2000-2006, tuvo la oportunidad de cambiar con cuadros emergentes esa práctica social, con un triunfo acreditado que mucho debió a la insurgencia social del EZLN. Pero no lo hizo. Regresó el poder a viejos cacicazgos del PRI disfrazados de PRD, al imponer a toda costa a Juan Sabines Guerrero, con los costos sociales por todos conocidos.


Los herederos de los viejos cacicazgos políticos tienen hoy el poder en sus manos, y no parecen dispuestos a dejarlo fácilmente. No se alcanza ver en el corto plazo, a cuadros políticos alternos y fortalecidos para dar la batalla. 


Es decir, hay juniors para rato, aunque en condiciones sociales y económicas muy diferentes a las de sus antepasados. Claro, la película apenas comienza, y hay que esperar si esa inconformidad social que se palpa en el ambiente, logra cuajar alguna sorpresa más adelante.

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