lunes, 20 de enero de 2014

Los chiapa y la rebelión de la Sierra Madre

En La Raya/ COLUMNA


La Sierra Madre de Chiapas/ Foto: Víctor Hugo Roblero
Nuestro Dios no cambia ni se hace otro/
es tan sólo la gente que cambia con su forma
de pensar, en sus ideas y sus creencias.
“Confesionario en lengua chiapaneca”
de Fray Luis Barrientos, tomado del
"Diccionario de la Lengua Chiapaneca"
de don Mario Aguilar Penagos
Ery Acuña Meneses
Eran como fieras indomables: amos y señores del valle central de Chiapas. Tenían como capital a  "Napiniaca” (hoy Chiapa de Corzo) y hasta los aztecas (el invencible imperio del centro del país que gobernaba centro y mesoamérica) les guardaban respeto; o lo que es igual, les tenían miedo. A tal grado que cuando los chiapanecas decomisaban la mercancía que los aztecas pasaban por su territorio –dotes que obtenían de pueblos sometidos en el soconusco—, los hijos de Huitzilopochtli preferían perderla antes que entrar en guerra con los chiapa. Ningún pueblo aparte de los chiapanecas se atrevió a intentarlo.
 

Bernal Díaz del Castillo los describió como los más grandes guerreros de toda Nueva España, y fue precisamente cerca del Río Grande (hoy río Grijalva) donde el cronista español estuvo a punto de perder la vida a manos de los chiapanecas.  Pasaron 5 años o más para que se diera el sometimiento. Una y otra vez, los españoles eran vencidos.
 
 
Hubo un fraile que vivió por aquellos años, posterior a la Conquista de Napiniaca, Fray Tomás de la Torre, quien aseguró que la gente de esa tribu eran mucho más alta que los propios españoles; a quienes, sobra decirlo, los aztecas consideraban gigantes.  Escribió aquel fraile la gran impresión que causó entre las tropas españolas la sola presencia de los indios chiapa: “Hombres y mujeres parecen gigantes y andan desnudos”.  Decía el arqueólogo estadounichiapaneca, Thomas Lee: “Seguramente temblaban de miedo”.
 
 
Pero su cultura sigue tan viva que hoy en día está enraizada en las fiestas y los bailes populares que se celebran en Chiapa de Corzo en honor a santos católicos; como la topada de la flor del niluyarilu, para venerar al Niño Florero; o las danzas de los chuntáes y los parachicos, en honor a San Sebastián, San Antonio y El Señor de Esquipulas.
 

Según varias hipótesis, esas danzas provienen de los rituales que los chiapa hacían para pedir buenas cosechas a Matohue, Mandanda y  Nombubi, las tres principales deidades de los chiapa. Por citar un ejemplo, la montera (esa estrafalaria peluca de hilos de ixtle) que portan los parachicos durante la fiesta de enero, es una representación del sol, que se hace como una forma reverencia al astro rey.
 

Quien pensaba que los chiapanecas se extinguieron: equivocación. Ellos nos sometieron hace siglos, y hoy en día sus fiestas siguen congregando a miles de visitantes no sólo de otros estados, sino del extranjero. Ojalá que algún día la Fiesta Grande de Chiapa(s), sea factor para rescatar aún más los orígenes de ese gran imperio que nos da vida, 400 años después de su “presunto” sometimiento. Y no intentar convertirlo en un carnaval como el que algunas voces plantean.
¡Que Víva la Fiesta Gránde de Enéro, muchaaaaachos! (con acento, por favor).  
 
 
De coitán
La noticia que varios medios destacaron con fuerza la semana pasada sobre la creación de Grupos de Autodefensa para expulsar a las mineras de la Sierra de Chiapas, es mitad mentira y mitad verdad. Dice la información que son 11 municipios de las sierra dispuestos a levantarse en armas contra las mineras. No hay pruebas de que hombres con armas de alto poder  vayan a sacar a plomazos a las minas asentadas en la región. Lo que es una realidad desde hace años, es la tremenda inconformidad contras las mineras, en municipios como Motozintla y Chicomuselo, principalmente.  Quieren que las mineras extranjeras dejen de contaminar y llevarse las riquezas.  Apenas el 8 de marzo pasado en la comunidad de Benito Juárez,  cerca del municipio de El Porvenir,  dos personas que llegaron a investigar la supuesta instalación de una nueva mina, estuvieron a punto de ser linchados. Lo cierto es que después del asesinado del líder Mariano Abarca Roblero en el 2009 la cosa se había apagado un poco. El miembro de la Red Mexicana de Afectados por la Minería (REMA), encabezaba un gran movimiento contra la trasnacional canadiense Blackfire Exploration, que extrae oro y barita en Chicomuselo, y fue asesinado en vísperas de su lucha. Ahora con la revuelta michoacana, donde las autodefensas parecen haber ganado la batalla contra los Caballeros Templarios, la sierra de Chiapas puede contagiarse pero aquí contra las mineras que legal pero injustamente se llevan las riquezas que les pertenecen a los habitantes de esa región. Veremos.

@Eryacuna
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eryacuna@hotmail.com

 

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