Ery Acuña
Invitado de honor
No hay que ir nunca a donde no lo llaman, dice un viejo y sabio dicho popular. Pero ahí voy. En la entrada, bellas meseras vestidas con diminutos vestidos negros como extraídas de una revista Vogue, recibían uno a uno a los invitados con charolas de martinis, coñaques, wiskis, y quién sabe cuántas cosas más. “¿Usted gusta?”, me increpó una de ellas al entrar, sin pedirme invitación. Volteando a todas partes, sorprendido, acepté. Un hombre que se veía sincero, hablaba al micrófono sobre una tarima, en medio de un murmulleo festivo, en ese salón parecido más bien a la sala de artes de un palacio: “Este año habrán créditos para todos los que quieran impulsar negocios, ya no se pagará IVA y todos los funcionarios del nivel que sea, tendrán que hacer lo que la gente diga”. No cabía en mi asombro. ¿Quién era ese hombre que hablaba con tal autoridad?. Entonces llegó de nuevo la mesera. "¿Otro wiski, señor?". "Sí". Tres. Una ida al baño. Cuatro. “¿Un bocadillo, señor?”. “Sí, gracias”. Volteaba cada rato a todas partes, sonriendo para mí, y diciendo sí a nadie, satisfecho de asistir a un lugar a dónde nadie me había llamado. Feliz de incrédulo momento.
Invitado de honor
No hay que ir nunca a donde no lo llaman, dice un viejo y sabio dicho popular. Pero ahí voy. En la entrada, bellas meseras vestidas con diminutos vestidos negros como extraídas de una revista Vogue, recibían uno a uno a los invitados con charolas de martinis, coñaques, wiskis, y quién sabe cuántas cosas más. “¿Usted gusta?”, me increpó una de ellas al entrar, sin pedirme invitación. Volteando a todas partes, sorprendido, acepté. Un hombre que se veía sincero, hablaba al micrófono sobre una tarima, en medio de un murmulleo festivo, en ese salón parecido más bien a la sala de artes de un palacio: “Este año habrán créditos para todos los que quieran impulsar negocios, ya no se pagará IVA y todos los funcionarios del nivel que sea, tendrán que hacer lo que la gente diga”. No cabía en mi asombro. ¿Quién era ese hombre que hablaba con tal autoridad?. Entonces llegó de nuevo la mesera. "¿Otro wiski, señor?". "Sí". Tres. Una ida al baño. Cuatro. “¿Un bocadillo, señor?”. “Sí, gracias”. Volteaba cada rato a todas partes, sonriendo para mí, y diciendo sí a nadie, satisfecho de asistir a un lugar a dónde nadie me había llamado. Feliz de incrédulo momento.
Hasta que llegó la verdad. Como a Juanito del comercial de Nueva Alianza, la realidad me despertó soñando. No había ni meseras, ni wiskis, ni un hombre al micrófono, ni nada. Sólo mi caja de cornfleis, mi leche, mi cama y yo.
“¿Porqué soñé eso?”, me preguntaba insistente. No importaban los wiskis, ni las meseras, ni siquiera el señor de la esperanza. La duda me martillaba. Tal vez, me dije, porque deseaba escuchar eso, aunque sea en sueños. ¿Qué no son los sueños sino reflejo inconsiente de lo que aspiramos, reprochamos, meldecimos o reprimimos?
“¿Porqué soñé eso?”, me preguntaba insistente. No importaban los wiskis, ni las meseras, ni siquiera el señor de la esperanza. La duda me martillaba. Tal vez, me dije, porque deseaba escuchar eso, aunque sea en sueños. ¿Qué no son los sueños sino reflejo inconsiente de lo que aspiramos, reprochamos, meldecimos o reprimimos?
Pero en el mundo consciente, cuando estamos despiertos, todos tenemos sueños. Buscamos esperanzas. Luchamos por cambiar las cosas. También los políticos sueñan... que les creamos. Que vayamos a votar por ellos el 5 de julio. Que fracase la campaña del "voto nulo" que impulsan muchos intelectuales. Que las cosas sigan igual. Pero los mexicanos aspiramos a otros sueños. Soñamos diferente de los políticos. O simplemente soñamos lo que ellos no están dispuestos a soñar juntos. El sueño de ellos, como el de Juanito, es que les creamos. Pero eso se hará realidad hasta que nos demuestren lo contrario. Cuando en verdad se preocupen y actúen por cambiar las cosas. Aún así, no podemos dejar de soñar; cruzarnos de brazos. No podemos dejar los sueños en la esperanza de ellos. Hay que trabajar. Luchar. Buscar todos los días algo. En el día y en la noche. Los sueños en este país tienen que partir de abajo hacia arriba. No son un decreto presidencial. El que sueña puede cambiarse así mismo, a su familia, a su comunidad, a su estado, a su país, a su mundo. No hay invitación al sueño. Es el único lugar al que nadie es invitado. Uno sólo se invita. Uno solo es el invitado de honor.
Chiapanecosas
Ni lo piense dos veces si quiere apartar butaca para la pelea de peleas del 11 de julio en Tuxtla Gutiérrez, donde el campeón mundial de peso pluma, Cristóbal “lacandón” Cruz, defenderá el cinturón de oro frente a Jorge “el coloradito” Solís... La razón, medio gabinete ya compró boleto... Donde también habrá otra pelea, y también de pronósticos reservados, será en el Distrito IX de la capital chiapaneca el domingo 5 de julio... El retador, Pío “el peje” López Obrador, frente al Ariel “el chunco” Gómez... Se dice que los managers de ambos batearon juntos en el 2006, y que hoy, cosas de la vida, estarán en esquinas contrarias... Por cierto, Gobernación tiene mira telescópica en este distrito, pues no quieren que el hermano del Peje ocupe una curul en la Cámara de Diputados, sabedores de lo que representa... Trascendió que Herrán Salvatti le ganó un amparo en los tribunales a la Procuraduría de Justicia de Chiapas, que si bien, no afecta en esencia el proceso que se le sigue al ex fiscal de Pablo Salazar, prendió la alerta entre el equipo de abogados de la dependencia chiapaneca...
Palomitas de maíz con chile:
Cuentan que un día el presidente Calderón tuvo la suerte de toparse con Pepito en una calle de la ciudad de México, cosa que agradó en suma al mandatario, quien sorprendido preguntó: “¿Así que tú eres el de los cuentos, niñito?”.... Con la sonrisa a flor de piel, y sin pensarlo un segundo, Pepito respondió: “No, señor presidente, yo soy el de los chistes, el de los cuentos es usted”...
Glotonerías:
Sentarse sobre una de las austeras sillas en una tarde cualquiera del bar “Las Américas” ya es, para empezar, cosa muy agradable. Se trata de la cantina más antigua de Chiapas, con 56 años de vida ininterrumpida. Fue fundada un 12 de octubre de 1953 por el exiliado español, Antonio Moya Gabarrón, quien gozaba antes de arribar a Chiapas con un alto grado militar en las fuerzas republicanas que combatieron a Franco. Su primer sede fue en un edificio que por supuesto ya no existe, en la esquina que forman la primera norte y la primera poniente, justo donde hoy se encuentra Almacenes Granda, frente al cine Rex. Durante muchos años fue paso obligado de políticos, artistas, bohemios y trovadores... y sigue siendo. Su especialidad: las botanas españolas de papa con mostaza, carnitas con aceite de oliva, caldo de camarón, y la deliciosa paella española que prepara don José Luis Moya López, primogénito del fundador, quien a base de sacrificio lo mantiene de pie como el bar de mayor tradición de Tuxtla Gutiérrez. Lugar de un sinfín de anécdotas, silencioso, y extrañamente alegre, con música de fondo muy agradable –tríos, churumbeles, tangos, o la que guste— y la buena atención del capitán Fili. Los fines de semana, no falta la marimba y/o un buen trovador. Atendida por la familia Moya Ramos, representa una de las mejores opciones de primera clase en la capital chiapaneca... 14 oriente, esquina con segunda norte, de lunes a sábado desde las 12 del día. El bar más viejo y sabroso de la capital, sin duda... Por lo demás... Salud!!
Suspiros de ángel: “... Déjame recordar, Dulcinea, a qué me saben tus labios... en una boca ajena...”
Correo: eryacuna@hotmail.com
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